El domingo pasado se cumplió 25 años que falleció uno de los mejores jugadores del mundo, Manuel Francisco dos Santos, conocido por el mundo del fútbol por Garrincha, aún hoy se le considera el mejor extremo derecha del mundo, tanto es así que en Brasil solo tiene por delante a Pelé como los mejores del mundo futbolístico. Y es que Garrincha volvía locos a los defensas con sus driblins. Y eso que los médicos llegaron aconsejar que no fuera convocado con Brasil al ser poco inteligente, muchos lo consideraban como un bobo, pero también le llamaban “Alegria do Povo” (Alegría del Pueblo) por como disfrutaba jugando al fútbol, y como hacia disfrutar al que le veía con sus regates y driblins.
Garrincha nació el 28 de octubre de 1933 en Pau grande en el barrio de Magé del estado de Río de Janeiro. En un libro escrito por Ruy Castro (“Garrincha: The Triumph and Tragedy of Brazil's Forgotten Footballing Hero”) decía que el chico perdió su virginidad con una cabra. Lo que si se podía comprobar era que tenía defectos de nacimiento, como la columna vertebral deformada y la pierna derecha más corta que la izquierda. Eso no le impidió jugar al máximo nivel gracias a sus habilidades y driblins con al pelota así como su eficaz disparo. Tenía la capacidad de gritar sobre sí mismo a gran velocidad, rompiendo así a sus rivales y asistiendo en muchas ocasiones a sus compañeros a rematar a portería con mayor facilidad al tener que llevarse más rivales para pararle.
Toda la grandeza que se ganaba con su fútbol en los terrenos de juego la perdía fuera de ellos, al ser un alcohólico. Tuvo varios accidentes de tráfico, uno especial fue en abril del 1969 en el que falleció su suegra. Se caso en dos ocasiones, su primera mujer fue Nair Marques en 1952 y se separo 1965 con la que tuvo ocho hijos. Después se casaría con una cantante de samba en marzo de 1966, Elza Soares, solo duro once años ya que se separaría en 1977, tuvo una aventura con una showgirl, Angelita Martínez, y se sospecho que podría haber tenido unos catorce hijos.
Murió con 49 años, por una cirrosis hepática. Tras unos problemas económicos, vivió durante años como un vagabundo siendo alcohólico. Pero a pensar de sus últimos años en la miseria, su entierro fue espectacular. Le llevaron desde Maracaná hasta Pau Grande por miles de de amigos y fans, muchísimos compañeros y futbolistas pagaron su entierro. Su epitafio dice: “Aquí descansa en paz aquél que fue la alegría de la gente, Mané Garrincha”. En la capital de Brasil, Brasilia, el estadio multiusos lleva su nombre, Mané Garrincha.
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